jueves, 17 de diciembre de 2009

MAMA NEGRA PACHA MAMA

La fiesta de la Mama Negra hace algunos años no se celebraba en Latacunga sino en algunas comunidades quichuas de Cotopaxi [Ecuador-Tawantinsuyu]. Entonces la Mama Negra no iba a caballo sino en medio de personajes que representaban papeles vinculados a la fecundidad, a fin de acentuar el sentido ritual de esta fiesta dedicada a la Tierra. Desde luego, no se involucraba, como ahora, a los políticos de turno en calidad de padrinos, pero, respondiendo a los complejos vínculos comunitarios, había priostes elegidos dentro de la propia comunidad.

Esta fiesta indígena es esencialmente un ritual que todavía guarda su esencia a pesar de las tergiversaciones de que ha sido objeto. A lo largo de los Andes, la cultura quechwa o quichwa (según las variaciones dialectales) preserva su singularidad y su homogeneidad, como lo prueban las Mamas Negras que representan a la Pacha Mama en figuras trabajadas en cerámica, así como en fiestas y procesiones. Su característica principal, el color negro, alude al interior de la tierra. La Pacha Mama en Huancavelica [Perú-Tawantinsuyu], por ejemplo, es negra, tiene cuatro brazos y una falda hecha de serpientes. En las zonas cercanas al Cusco las Pachas Mamas negras simbolizan la fuerza de la vida y de la fecundidad y son el centro de la fiesta en época de cosecha. En Chibuleo, hacen ondear sus faldas oscuras con animados movimientos, en clara alusión a la serpiente, animal vinculada con la fuerza reproductiva femenina.

La “Mama Negra” de las comunidades indígenas de Coto Paxi (término que en quechwa significa “Luz de luna en la cima de la montaña”, pertenece con sus variantes particulares, al código único de la fiesta a la Pacha Mama. En ella la fertilidad se muestra a través de signos evidentes: muchos hijos le cuelgan por todas partes, su fogosidad es tal, que hay un personaje que alivia sus ardores dándole aire fresco debajo de la pollera ondulada; es pesada y cargada de materialidad, de lana de borrego o alpaca en contraste con los personajes masculinos, que llevan trajes ligeros y, con máscaras blancas, representan a los espíritus. Durante el recorrido, un personaje aspergea leche, un claro signo del semen, para reiterar la presencia de la fuerza vital.

El término Mama Negra no desvirtúa el concepto de Pacha Mama; inclusive respeta la estructura de los nombres quechuas compuestos de dos partes, cada una de dos sílabas, aunque, en verdad, oculta la sacralización de la fertilidad, tan relacionada con el campo de lo sexual, sentido inadmisible para la ideología cristiana.

Para reemplazar a la Pacha Mama, mundana y sagrada al mismo tiempo, concepción imposible de ser admitida por la religión católica, se inventó el personaje de una esclava negra convertida al cristianismo por un milagro de la virgen de la Merced, personaje totalmente extraño al ritual indígena, que, además, no responde a los códigos que cifran la totalidad de la fiesta: música quichua, ofrendas con símbolos vegetales, zoológicos y culinario-gastronómicos propios de las culturas indígenas andinas: mazorcas de maíz, papas, mellocos cocidos, cuyes asados, y la bebida quechua por excelencia, y de prosapia mitológica: la chicha (asua) preparada a base de una variedad del maíz, la jora.

La cultura proporciona espacios intersticiales entre las diferencias, pero para que la interculturalidad sea real es necesario que haya una traducción recíproca de códigos, y que no haya imposiciones religiosas, políticos o sociales porque como se ha visto, son factores que desvalorizan las tradiciones culturales.

(Ileana Almeida, REDCI-Ecuador, 12-12-2009)

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