miércoles, 13 de mayo de 2009

¿EXISTE VERDADERAMENTE LA LLAMADA “AMÉRICA LATINA” ASÍ COMO LOS SUSODICHOS “LATINOAMERICANOS”? (Segunda Parte)

Una vez hecha estas primeras precisiones, es necesario también entender de que el término “América Latina” nació como un concepto colonial francés en el siglo XIX. La idea de los colonialistas franceses era unificar a las supuestas “naciones católicas y latinas del continente americano”[1] para formar un contrapeso a los nórdicos de origen anglosajón y protestante que ponían obstáculos a la influencia al Imperio francés en nuestro continente. Parece que el primero en utilizar dicho calificativo fue Michel Chevalier (1806-1879)[2], quien buscaba legitimar el expansionismo de Napoleón III y detener a su vez el expansionismo anglosajón y protestante en las Américas. Varios autores consignan que en el intento imperial de Maximiliano (1862-1865) de anexar México al imperio francés “surge la invención de América Latina"[3]. Con el triunfo de los mexicanos sobre los colonialistas franceses dicha denominación cae en desgracia durante más o menos medio siglo; en adelante se utilizaron otras expresiones europeizantes para designar los territorios supranacionales neocoloniales bajo mando de eurodescendientes y occidentalizados.
Precisamos que desde fines del siglo XVIII hasta el siglo XX los eurodescendientes (criollos) y occidentalizados, se han dado el gusto de proponer para nuestros territorios calificativos de indiscutible factura neocolonial; así pues tenemos: “Colombia” (Francisco de Miranda y Simón Bolívar); “Gran Confederación Colombiana” (Justo Arosemena y José Maria Samper); “Nuestra América” (José Martí); “América Indohispánica” (Julio César Sandino); “América Indo-española” (José Carlos Mariátegui); “Indoamérica” (Víctor Raúl Haya de la Torre); y “Indo-afro-Iberoamérica” (Carlos Fuentes).[4] Actualmente pese a los serios reparos de los lusitano-americanos (brasileños de origen portugués), los nombres “Iberoamérica”, “Hispanoamérica” y “Latinoamérica” han entrado a poblar el cotidiano de la mayor parte de hispano-hablantes (así estos sean amerindios o negros); quienes los emplean sin tener la menor consciencia de lo que dichos calificativos significan e implican ni para ellos ni para las nuevas generaciones. Siguiendo el hilo de la impronta colonial francesa que comentamos, precisamos que la denominación “América Latina” resurge a partir de la década de los años 1950, esta vez al influjo de los intelectuales franceses “de izquierda y progresistas”, quienes fueron apoyados por los eurodescendientes[5] y occidentalizados[6].
Por lo brevemente expuesto, como parte de los pueblos amerindios que somos sostenemos que las denominaciones “América Latina” y “Latinoamérica”, sirven para expresar e encubrir de una manera descarada la existencia de un espacio político-cultural neocolonial occidental en el continente Abya Yala (las Américas); este espacio, según nos hacen creer, es pretendidamente mayoritario descendiente de los pueblos latinos de Europa. Bueno, si queremos ser estrictos en el empleo de los nombres y nos alejamos de las usuales ambigüedades a las que nos tienen acostumbrados los eurodescendientes y occidentalizados, la denominación “Latinoamérica” o “América Latina” sólo es verdad en países donde precisamente los auténticos latinoamericanos (nos referimos a los eurodescendientes de origen español, portugués, italiano y francés y de ninguna manera a los acomplejados amerindios occidentalizados, sean mestizos o no), son una clara mayoría demográfica en Argentina, Uruguay, Chile, Costa Rica y Brasil, más no en el resto de países del continente Abya Yala, en donde, pese a que también se habla mayoritariamente el idioma español o que impera la cultura occidental moderna impuesta por el invasor, colono e inmigrante europeo de origen latino, los descendientes de las pueblos latinos representan francamente una absoluta minoría (al respecto ver cuadro 1 en la tercera parte de esta serie).
Intisunqu Waman


(Articulo aparecido en la revista semestral Serpiente Emplumada, Ano 1, No. 2, 23 de Diciembre 2007, Solsticio de Verano Austral, Lima- Peru, pp. 43-58)

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NOTAS:

[1] No esta demás indicar que en el continente Abya Yala (las Américas) nunca han existido ni existen “naciones católicas y latinas”; esta es una pretensión que se deriva, sobre todo en países donde la población amerindia es mayoritaria (como es el caso de México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay), del hecho de que sus gobernantes, que pertenecen a una minoría poblacional alogena como vamos a ver mas adelante, no solamente son de origen español sino que éstos se reciclan permanentemente bajo diferentes disfraces: liberales, democráticos, revolucionarios, neoliberales, altermundialistas, promotores del desarrollo, defensores de los derechos humanos…
[2] Sergio Marras (ed.), América Latina, Marca Registrada, Barcelona, Editorial Andrés Bello/Zeta/ Universidad de Guadalajara, 1992, pp. 3-9. A mediados del siglo XIX dos eurodescendientes hispánicos de Colombia y Chile propusieron también dicho nombre: José Maria Torres Caicedo y Francisco Bilbao respectivamente (sobre éstos véase Génesis de la idea y el nombre de América Latina, Caracas, CELARG, 1980, pp. 336 y ss.; y Vicente Romero, « Du nominal “latin” pour l’Autre Amérique. Notes sur la naissance et le sens du nom “Amérique latine” autour des années 18550 », in Histoire et Société de l’Amérique latine, # 7, premier semestre 1998, pp. 57-86).
[3] Ibid.
[4] A propósito de la historicidad de estas denominaciones ver Essais amérindiens. L’identité latino-américaine existe-t-elle? Les enjeux néocoloniaux d’une pseudo-identité, Montréal, op.cit., pp. 37-40.
[5] Precisamos que los eurodescendientes son los descendientes de europeos modernos (españoles, portugueses, ingleses, italianos, franceses y alemanes) que llegaron en calidad de colonizadores, a partir del 12 de Octubre de 1492, al continente Abya Yala (las Américas); éstos se han reproducido y mezclado entre si constituyendo una particular amalgama; y no nos repugnan por el hecho de ser eurodescendientes sino más bien en razón a que vehiculan, no de manera exclusiva, el espíritu occidental moderno, que es completamente antitradicional.
[6] Los occidentalizados, sean amerindios, afrodescendientes negro-africanos, asiático-descendientes u otros, por lo general no tienen auténticas raíces étnico-culturales e imitan grotescamente todo lo occidental moderno; el actual orden establecido por los invasores y colonos europeos, sobre todo en los países denominados “latinos”, se sostiene gracias a su complicidad.

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