El autor del libro que reseñamos es profesor de astronomía y antropología en la Colgate University (EEUU); es considerado como uno de los padres fundadores de la arqueoastronomía mesoamericana. Su libro, The end of Time. The Maya Mystery of 2012, pese a sus pretensiones de seriedad, es un ordenado amasijo sobre las especulaciones apocalípticas que circulan en torno al supuesto fin de los tiempos en 2012, en el cual destaca su origen, difusión y atractivo.
Es de notar que su autor, quien se define como arqueoastrónomo, pretende no sólo hablar en nombre del racionalismo cientista moderno sino además cree, al igual que la mayor parte de occidentales modernos y occidentalizados, de que este saber profano, al único que tiene acceso, le otorga la autoridad intelectual para entender, interpretar y explicar lo que, según él, han pensado y expresado los sabios de la remota civilización maya.
No está demás insistir en que las modalidades de pensamiento que han existido y existen entre los llamados pueblos antiguos o “tradicionales”, sean orientales u occidentales, son absolutamente opuestas y antagónicas al pensamiento occidental moderno. Desde esta perspectiva en realidad no es posible que los académicos occidentales y occidentalizados, sin más que sus ideas y concepciones modernistas puedan asir la extrema complejidad de sus representaciones simbólicas de la realidad. Pese a esta realidad, la mayor parte de académicos osan explicar, en base a restos antrópicos (arqueológicos, etnográficos, etc.), los mitos, símbolos, ritos así como el modo y el estilo de vida de las antiguas civilizaciones tradicionales. Debe quedar claro entonces que todo lo que afirman pertenece al dominio cambiante de las especulaciones.
Aveni, como muchos otros modernistas se preguntan: ¿Qué sucederá el 21 de diciembre de 2012, fecha en la cual culmina el calendario maya en cuenta larga regresando a cero?
Aveni sostiene no sin cierta razón que los rumores apocalípticos que acompañan la citada fecha en el imaginario modernista no podría haber significado para la civilización maya lo que significa en la actualidad para el hombre moderno. Además de lo justamente dicho, hay que tener en cuenta que los mayas concebían el tiempo no sólo como cíclico sino además como una de las condiciones de la existencia universal, hecho que lo diferencia radicalmente del modelo lineal sobre la duración que impera en la civilización occidental moderna.
Ahora bien, las creencias apocalípticas judeocristianas modernas (católica, protestante o para-cristianas), responden a un concepto lineal del tiempo. Para los mayas en cambio, el tiempo discurre en grandes ciclos cósmicos, que a su vez se subdividen en ciclos menores, los que terminan en cambios significativos durante un período de transición hacia otros ciclos cósmicos. Estos cambios pueden ser catastróficos, de ahí el temor popular asociado con el final de un ciclo y el comienzo de otro, como aquel que anticipan los mayas para fines del 2012.
Las inscripciones mayas relacionadas con el final de su “cuenta larga” (1), que es asociada con un final cíclico, deben comprenderse más como un dispositivo natural de regeneración del tejido de la Vida (2), y no como un grosero mecanismo para preservar el poder político y la estabilidad social del pueblo maya, como propone Aveni. Al respecto de esto último, Aveni cree que los mayas comprendieron el capital político y religioso que provenía de poder predecir lo que iba a suceder en base al estudio de los ciclos cósmicos. Esta opinión es precisamente una muestra sobre la manifiesta incomprensión de los modernos respecto a la ciencia del tiempo, a la que confunden como una vulgar manipulación adivinatoria a fin de acumular recursos de poder, así como de la dinámica de la autoridad espiritual y el poder temporal en sociedades tradicionales como la maya.
Por otro lado, Aveni sostiene con cierta justeza que EEUU es un refugio para las teorías apocalípticas; desgraciadamente este autor no va más lejos, pues no se pregunta la razón por la que EEUU sea no sólo un “refugio” sino de la misma forma la sede de todo tipo de locuras del mismo estilo. Aveni también señala que no existe ninguna relevancia entre el fin de un ciclo calendario de una civilización remota como la maya y la gente de un país como EEUU en pleno siglo XXI. Como buen estadounidense Aveni cree, ingenuamente por cierto, que el destino del planeta está ligado o depende de lo que le ocurra a los EEUU. Los ciclos cósmicos no dependen del factor humano sino más bien del flujo de la economía universal.
Aveni no se explica que en un país como los EEUU prosperen tendencias apocalípticas judeocristianas aberrantes así como ideas francamente desquiciadas como las que promueve el movimiento New Age (Nueva Era), en la que se esconde un impulso escapista hacia “lo esotérico y lo místico”, que para Aveni es sinónimo de “lo inexplicable e irracional” (sic). Aquí vemos otro exabrupto del autor, como muchos académicos modernistas, confunde conceptos y dominios en función de ideas preconcebidas sobre lo que cree ser “lo esotérico”.
Algo que nos parece acertado del autor, es que señala que el puritanismo anglosajón ha programado al pueblo estadounidense a sentirse en quiebra moral y que busca una renovación, lo cual contribuye al atractivo del catastrofismo apocalíptico y sus torcidas interpretaciones de la doctrina de los ciclos cósmicos.
Aveni concluye su libro explorando más a fondo la sociedad estadounidense actual y su obsesión por las teorías cataclísmicas que la concepción maya de los ciclos cósmicos. Razón por la cual este su libro resulta tradicionalmente muy poco interesante.
Intisunqu Waman
NOTAS:
(1) La “cuenta larga” empezó cuando terminó la anterior, cosa que seguramente resulta una perogrullada para una persona normal, pero que no está de más señalar cuando tratamos con los neoespiritualistas de la “era de acuario”. Han existido varias “cuentas largas”; la “cuenta larga” anterior terminó el 11 de agosto del año 3114 antes de la era cristiana. La “cuenta larga” actual empezó inmediatamente después.
(2) El 21 o el 23 de Diciembre del 2012, dependiendo de los calculos, termina la actual “cuenta larga” de 13 baktunes del calendario maya. No es que el calendario maya se acabe en tal o cual fecha como creen los neoespiritualistas y cristianos apocalipticos, sino que simplemente la “cuenta larga” se acaba asi como el mes de Diciembre se acaba el 31 de Diciembre y se inicia otro ciclo anual.
(Recension aparecida en la revista semestral de estudios tradicionales Serpiente Emplumada, Ano 3, No. 2, Solsticio de Verano Austral 2009, Lima-Peru, pp.)
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