sábado, 14 de marzo de 2009

¿Qué son las tradiciones amerindias? - 1

Con este espacio queremos llenar un vacío existente respecto al mundo amerindio, que concierne sobre todo a su calidad de formas tradicionales particulares[1] de la Tradicion primordial. Éstas tradiciones aparecieron en cierto contexto particular humano (los pueblos amerindios) y geografico (continente Abya Yala, las Américas). No esta demas indicar que muchos de la temática amerindia que abordaremos son estudiados y presentados por especialistas[2], neoespiritualistas[3] e incluso fundamentalistas[4], pero la mayor, digámoslo claramente y sin ambages, de manera paródica e incluso opuesta a su significación y sentido original, tal como será mostrado en los estudios que publiquemos. Anotamos que estas contraformas y parodias modernas tienen por solo objeto incrementar el desequilibrio mental, la confusión y la desacralización por el que esta atravesando la humanidad y particularmente los pueblos amerindios. Nuestro trabajo marcha en sentido opuesto a esta “dinámica crepuscular”: estimulamos la toma de consciencia sobre lo sagrado[5], sin que ello signifique ni pasividad ni mucho menos realizar actividades inútiles.

Como en los trabajos que publiquemos se emplearan los siguientes términos: tradición, tradicional, tradicionales, antitradicional y contratradicional, es entonces necesario que precisemos lo qué estos quieren realmente decir a fin de evitar las habituales distorsiones del lenguaje que existen, sobre todo, en las sociedades occidentales modernas[6]. En primer lugar, estos términos se derivan del latín traditio, la misma que surge de las raíces trado y tradere. Estas raíces expresan ideas como la de “transmitir una herencia a alguien”; también la idea de “entregar, legar o remitir algo de valor a alguien”; e incluso de “conservar y confiar algo de valor a alguien”[7]. En razón al sentido primigenio de sus raíces latinas, la palabra tradición presenta varias connotaciones: tradición, puede entenderse como el hecho en sí a través del cual determinados contenidos son recibidos y entregados; tradición, puede explicar el acto mismo de la transmisión, es decir, describe las acciones de recepción y entrega de un contenido que es conservado por relevos; y finalmente tradición, indica el imperativo de preservar un depósito estable, y la necesidad de transmitirlo. En otras palabras, no hay tradición sin conservación ni transmisión. Esto nos hace plantear una pregunta, en apariencia simple y sencilla, pero en la que sin embargo radica todo el asunto de lo que debe de entenderse realmente por tradición. Hela aquí: ¿conservación y transmisión de qué? De esta simple pregunta se derivan otras más: ¿cuál es el origen y la naturaleza del contenido que se transmite? ¿Es que los contenidos que se transmiten son únicamente productos de una elaboración mental humana? Para responder a estas preguntas la mayor parte de académicos recurren a una serie de hipótesis, muchas de ellas fantasiosas y hasta diríamos absurdas, pero que son aceptadas pasivamente por las muchedumbres porque están construidas con una apariencia de “seriedad científica”. Así, ellos suponen que una “tradición” no es más que una suerte de recuentos de actos y hábitos, los cuales han sido empíricamente adquiridos por repetición desde tiempos remotos. Además, también sostienen que estos actos y hábitos al irse acumulando, desde una fantasiosa fase de transición pre-homínida hasta la actualidad, es decir que “han evolucionado” hasta adquirir las cualidades distintivas que se observan en cada grupo humano. De esta forma, según creen, han nacido los sistemas de representación simbólica de la realidad (mitos, religiones, ciencias, artes, etc.); los mismos que con el paso del tiempo se han transformado en los diferentes registros míticos y simbólicos (“tradiciones populares”) que existen en cada grupo humano. Esta forma de plantear el asunto es el resultado, o más bien, el producto del pensamiento occidental moderno, el mismo que sin caricaturizarlo se resume en lo siguiente: el ser humano actual no es más que el resultado de la “evolución progresiva” de un pre-homínido[8]; en consecuencia, su cultura no es más que el resultado de este proceso[9]. Es por ello que los occidentales modernos y occidentalizados sostienen que toda “tradición” es la acumulación de actos y hábitos, los mismos que habrían sido codificados y registrados conforme avanzaba el proceso de hominización hasta llegar a sus formas más evolucionadas de representación simbólica de la realidad en Europa y que de allí se ha expandido por el resto del mundo. Según los académicos modernos, existen formas transicionales entre estas pretendidas pre-cogitaciones casi-simiescas y las estructuras cognitivas centrales del “hombre moderno”, a las que éste inferioriza sin siquiera sospechar de qué se trata: mentalidad pre-lógica, pensamiento mágico-religioso, pensamiento mítico. En estas “formas transicionales” se encontrarían, de acuerdo a la lógica modernista, los lejanos orígenes de las “creencias primitivas” y de las religiones.

Otros modernistas, sobre todo literatos y religiosos, como dice René Guénon, oponen lo que llaman “tradición” y “escritura”, « entendiendo por el primero de estos términos, lo que ha sido objeto de una transmisión oral[10] ». Si, como lo hemos anotado líneas arriba, una tradición es lo que se transmite de una forma u otra, entonces ella puede ser oral o escrita, aunque ésta haya sido oral en su origen. Pero lo que en realidad se transmite no son solo “palabras”, entendidas generalmente por el vulgo como relatos de los antiguos (mitos, cuentos y leyendas) que solo sirven de entretenimiento a los niños, pero que no tienen, según creen, ninguna sustancia interior diferente a simples “moralejas” o “balbuceos históricos”. Una tradición no es más tradición porque sea oral o escrita sino porque conserva, vehicula y transmite, a través de soportes cualificados (orales, gestuales, escritos y gráficos), una sustancia que es de origen no-humana; si no es esto, se trata más bien de usos y costumbres mundanas[11] o incluso de vulgares parodias. Entiéndase que cuando hablamos de origen no-humano no nos referimos con ello a las absurdas ideas que pregonan ciertos grupos de neoespiritualistas, quienes afirman grosso modo que en el origen y estructuración de las tradiciones se encuentra la presencia o la influencia de extraterrestres. Entonces, lo no-humano que conservan, vehiculan y transmiten las tradiciones se refiere a los estados superiores del ser (lo supraindividual, lo suprahumano), en otras palabras a lo sagrado. En los orígenes de toda auténtica tradición, sea amerindia u otra, se encuentra una particular irrupción de lo sagrado en la vida humana ordinaria (llamada “hecho mítico” o “hecho fundacional extraordinario”), este gesta y otorga el impulso a una particular mentalidad, que origina y sustenta a su vez una nueva civilización[12]. La única civilización que no se sustenta en esto es la civilización occidental moderna, la cual nace de una ruptura —en el siglo XIV— con su matriz civilizacional, la tradición cristiana; esta anómala civilización se sustenta en meras elaboraciones mentales humanas (ideologías del descubrimiento, del progreso, de la tolerancia, de la libertad, del desarrollo, de los derechos humanos, etc.).

Por lo brevemente explicado se comprenderá las razones por las que en nuestro blog se publicaran todo lo relacionado con las doctrinas, símbolos, mitos, ritos y prácticas espirituales de las tradiciones amerindias; o en su defecto, estudios e investigaciones contemporáneos efectuados por cualificados estudiosos. Esto significa que jamás en nuestro blog se publicaran fantasías con aires de rigor intelectual, por eruditas que estas parezcan.
En resumen, los trabajos que ponemos a disposición de nuestros lectores se nutren —directa o indirectamente— en la perspectiva tradicional contemporánea o desarrollan ciertos aspectos de ella teniendo como sustento intelectual la Obra expuesta, hace más de medio siglo, de manera providencial y magistral, por René Guénon y Alce Negro. De igual modo presentaremos estudios y comentarios basados en las explicaciones de ciertos representantes calificados de las tradiciones amerindias, quienes por razones obvias prefieren el anonimato.
Para finalizar, unas cuantas palabras a propósito del nombre de nuestro blog: es notorio que este se llama ABYA YALA; ésta es una palabra compuesta en lengua kuna del Pueblo Kuna (en Panama), y significa Yala "tierra" y Abya significa "madre madura": Tierra en plena madurez. Escogimos este nombre debido a tres razones: 1) el Pueblo Kuna (Panama), llama desde la noche de los tiempos por este nombre a los territorios del continente americano o a las Américas (América del Norte, América Central, América del Sur y América Insular); y 2) en 1975, el lider aymara Takir Mamani propuso que todos los pueblos amerindios de nuestro continente lo utilicen en sus documentos escritos y declaraciones orales; y 3) esta propuesta fue admitida desde 1977 por el Consejo Mundial de Pueblos Indigenas para denominar al continente americano. Nosotros como integrantes de los pueblos amerindios enarbolamos este nombre como una forma de recuperar la memoria perdida por cinco siglos de occidentalizacion compulsiva.
Intisunqu Waman
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NOTAS:

[1] Las formas tradicionales particulares son receptáculos encargados de conservar y transmitir la irrupción cíclica de lo sagrado, y constituyen el espíritu que estructura y anima a toda civilización normal. No hay que confundir tradición con religión, no son opuestos pero son diferentes: las religiones son formas tradicionales particulares salidas del tronco abrahámico (religiones hebrea, cristiana y musulmana); y se caracterizan por presentar dos dominios que normalmente deben ser complementarios: un dominio metafisico (esotérico) y otro religioso (exotérico). Existen otras formas tradicionales particulares como las tradiciones hindú, taoista, confucionista, amerindia, shintoísta, negro-africana, etc., que no son propiamente hablando religiones sino mas bien tradiciones. En resumen: toda religión es una forma tradición particular pero no toda forma tradicional particular es una religión.
[2] Principalmente antropólogos, historiadores, filósofos, sociólogos y teólogos, quienes generalmente buscan avalar sus concepciones sobre lo que denominan “fenómeno religioso”, “religiones”, “religiosidad”, “espiritualismo”, “creencias”, etc.
[3] Los neoespiritualistas no solamente confunden “lo psíquico” con “lo espiritual” sino que además toman al psiquismo inferior como si fuera la puerta privilegiada de acceso a lo que llaman “consciencia cósmica”. Estos individuos nutren y dinamizan una serie de movimientos, grupos y sectas, la mayor parte de las cuales, digámoslo de paso, son de factura europea y/o estadounidense: teosofismo, espiritismo, rosacrucianismo, naturismo, neohinduismo, neobudismo, neosufismo, neochamanismo, raëlismo, cientología, fenómeno ovni, chanelismo, etc.
[4] Los que promueven agresivas ideologías bajo el disfraz de religión: el neopastoralismo católico (a través de las teologías de la liberación, de la inculturación y del pluralismo religioso); las sectas protestantes y neocristianas (pentecostistas, mormones, testigos de Jehová, los israelitas del nuevo pacto universal); el sionismo religioso; el pernicioso islamismo wahabita y salafita (una agresiva forma de protestantización de la tradición islámica); etc. Existen también otras formas de fundamentalismo, que son iguales de dañinas a las que hemos mencionados: por ejemplo, el cacareado “nacionalismo” en todas sus formas y variantes (étnico, político-fundacional, sentimental, etc.)
[5] En el contexto de las sociedades occidentales modernas se confunde a menudo “lo sagrado” con “lo religioso”: la religiosidad cristiana en su afán de monopolizar “lo sagrado” para fines proselitistas afirma de que “lo sagrado” es sinónimo de “lo religioso”, lo que no es absolutamente verdad, ya que “lo religioso” tiende a convertirse en “religiosidad”, es decir en una simple expresión sentimental, por lo tanto degenerada, de “lo sagrado”. Es por ello que en estas sociedades también observamos que “lo sagrado” es asimilado a “lo psíquico”, particularmente a lo infraracional
[6] Así pues, para ciertos individuos la palabra tradición se relaciona con el conservadurismo (religioso o político); para otros es sinónimo de “usos y costumbres”, e incluso hasta de “lo habitual y ordinario”. La palabra tradición, en su verdadero sentido, como lo estamos viendo, no tiene nada que ver con estas distorsiones modernas del lenguaje.
[7] Cf. Frédéric Lenoir y Ysé Tardan-Masquelier, Encyclopédie des religions, Paris, Bayard, 1997, t. II, pp. 11-23.
[8] A propósito de la “teoría de la evolución de las especies”, esta es simplemente una creencia moderna, producto de especulaciones y manipulaciones pseudo-científicas de los “ideólogos del progreso”. Esto que afirmamos no significa que avalemos las concepciones creacionistas sostenidas por los defensores del “literalismo religioso” (particularmente judíos, cristianos y musulmanes), sino más bien que expliquemos el el devenir según los principios que lo preceden. Proximamente publicaremos diversos estudios sobre las absurdidades científicas y filosóficas en la que se fundamenta la “teoría de la evolución del hombre”.
[9] Por ejemplo, para ciertas ideologías modernas, en particular el marxismo, la “cultura” no es más que resultado de condiciones materiales, razón por la cual se trata de “supraestructura”.
[10] René Guénon, Introduction générale à l’étude des doctrines hindoues, Paris, Guy Trédaniel Éditeur, 1997, 1era parte, capitulo III, p. 75.
[11] Decimos “usos y costumbres profanos” para diferenciarlas de los usos y costumbres que en sus orígenes fueron ritos (danza, canto, teatro, etc.), los que con la caída cíclica se han degenerado en ciertos usos y costumbres que por ejemplo la etnología registra bajo el nombre de “folklore”.
[12] Sobre el particular René Guénon afirma que « una civilización es el producto y la expresión de cierta mentalidad común a un grupo de hombres [...]» (op.cit., pp. 76-77)

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