martes, 12 de mayo de 2009

¿EXISTE VERDADERAMENTE LA LLAMADA “AMÉRICA LATINA” ASÍ COMO LOS SUSODICHOS “LATINOAMERICANOS”? (Primera Parte)

Queremos que no nos insulten calificándonos de “latinos” y/o “hispanos”, ni que nos encuadren bajo una pretendida “identidad supranacional”[1] al tildarnos de latinoamericanos, iberoamericanos o hispanoamericanos[2]. Es momento de comprender que dichas calificaciones son escupitajos a nuestra dignidad, ya que no solamente vehiculan cargas histórico-sociales alienantes sino que son esencialmente falsas. Es claro que dichos “motes” no expresan en absoluto lo que somos en nuestra intimidad ontológica y existencial, es decir, pese a cinco siglos de genocidio, de destrucción cultural, de expoliación y de alineación que sufrimos, somos una parte viviente de los pueblos originarios del continente Abya Yala[3] (las Américas), miembros de la raza roja o cobriza[4].
En relación a las palabras “América Latina” y “latinoamericano” podemos decirles sin que se requiera mucho esfuerzo intelectual para comprender que estas aún representan, para desgracia nuestra, el presente del nefasto pasado colonial europeo, en nuestro particular caso el español, el mismo que aún está presente en nuestra realidad geo-cultural
[5], pese a las fatuas declaraciones de independencia nacional, de soberanía nacional y de no alineación.
Retornando al presente estudio, según la misma ciencia occidental moderna (antropología, lingüística y genética) los únicos pueblos latinos que existen actualmente en nuestro planeta son: italianos, españoles, portugueses, franceses y rumanos. Una de las principales características que presentan estos pueblos es que son etnias que forman parte de la raza europea
[6]. Evidentemente, estos pueblos no son las etnias originales que poblaron Europa desde hace milenios, sino más bien son producto de una compleja etnogénesis intrarracial[7] (ocurrida sobre todo a partir del siglo IV de la era cristiana y cuyo origen se encuentra en la impronta invasora germánica[8]). En otras palabras, los italianos, españoles, portugueses, franceses y rumanos, por solo hablar de éstos, se han originado de “etnias protohistóricas”[9], las que ingresaron a poblar Europa Occidental desde hace unos 6,000 años[10]. Este ingreso lo hicieron a través de diversas oleadas migratorias y en forma asincrónica. Ciertamente estas etnias protohistóricas han originados los diferentes “grupos étnicos” que existen actualmente (principalmente eslavo, latino y germánico); estos, pese a su gran inestabilidad genética, son sin embargo tipológicamente compactos. Es preciso indicar que algunos de sus peculiares desagregados étnicos formaron, en el devenir de los siglos, diferentes pueblos-naciones, que se organizaron bajo diversas modalidades societales (clanes, tribus, reinos, repúblicas e imperios). Cabe señalar que a partir del siglo IV de la era cristiana, el cristianismo empezó a unificarlos en una comunidad de pueblos-naciones bajo una autoridad espiritual, conocida como Cristiandad, la que empezó desagregarse a inicios del siglo XIV[11]: a partir de este siglo empiezan a formarse los reinos y estados-naciones europeos modernos y sus prolongaciones de ultramar (colonias y neocolonias).
Intisunqu Waman
(Articulo aparecido en la revista semestral Serpiente Emplumada, Ano 1, No. 2, 23 de Diciembre 2007, Solsticio de Verano Austral, Lima- Peru, pp. 43-58)
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NOTAS:
[1] La inexistencia de esta pretensiosa “identidad supranacional” lo hemos demostrado en uno de nuestros trabajos: Essais amérindiens. L’identité latino-américaine existe-t-elle? Les enjeux néocoloniaux d’une pseudo-identité, Montréal, CRETA, coll. « Pachacuti », 2006, 142 páginas.
[2] Es curioso que cuando estamos ―sea de residentes o de paso― en Estados Unidos de América, Canadá y Europa, sus autoridades así nos clasifican o en su defecto nos dicen de que somos parte de “comunidades hispánicas”: esto prueba que los europeos, eurodescendientes y occidentalizados son incapaces, pese a tener pretensiones de representar ciertos ideales (igualdad, fraternidad, libertad, justicia, paz, derecho…), de aceptar la alteridad no occidental, y si la aceptan lo hacen según su visión occidental moderna. En este sentido, para los occidentales y eurodescendientes, la alteridad no occidental tiene solamente derecho a existir a condición de tener y sostener la misma visión del mundo y su estilo de vida modernista.
[3] En razón a la monopolización del nombre América por parte de los eurodescendientes de la parodia de imperio llamado Estados Unidos de América, quienes se autodenominan: “americanos”, cuando en realidad deben más bien de autodenominarse estadounidenses, el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas en 1975, a solicitud del líder aymara Takir Mamani, acordó que los aborígenes del continente, sus representantes, sus hijos adoptivos (eurodescendientes y afrodescendientes que respetan las milenarias tradiciones amerindias) y sus fraternales amigos de ultramar (europeos, africanos, asiáticos, melanesios y polinesios) utilicen el nombre Abya Yala para designar las Américas (América del Norte, América del Sur, América Central y la América Insular). En otro trabajo estudiaremos las manipulaciones hechas por europeos de principios del siglo XVI para hacer del término de origen maya amerriqua una palabra europea (“América”), basado supuestamente en el nombre de Alberic Vespucci, lo cual, como vamos a demostrarlo, es totalmente falso.
[4] Según la ideología científicamente correcta las razas humanas no existen, y quienes sostienen su existencia son “esencialistas” o “racistas” (racistas al revés). Desde el punto de la doctrina tradicional la especie humana está compuesta de diferentes razas, al interior de las cuales existen diversos grupos étnicos. Cuando hablamos de “raza amerindia” no nos referimos con esto a su sola connotación biológica sino más bien a un particular tipo de mentalidad, similar —en muchos sentidos— a la mentalidad oriental. Debido a la complejidad del tema lo estudiaremos in extenso en otro momento.
[5] No solamente a través de la presencia de los eurodescendientes de origen español sino también por intermedio de mecanismos neocoloniales: misiones de paz (en realidad intervenciones armadas); cooperación internacional (las fuentes cooperantes extranjeras juegan un rol muy nefasto); ayuda humanitaria (que sirve de cobertura para la predicación de la “palabra de Dios”); inversiones extranjeras (privadas y públicas); protección del medio ambiente; defensa del patrimonio cultural (buen pretexto para depredarlo); investigación científica; etc. Pese a la aparente bondad e inofensividad de estos medios, sus efectos para nuestros pueblos originarios son realmente devastadores: dependencia, alineación, genocidio, destrucción y embrutecimiento masivo.
[6] René Guénon, aplica esta denominación común a todos los individuos que han salido de Europa, « en cualquier parte del mundo donde se encuentren: así, los americanos y los australianos, para no citar más que a éstos, son para nosotros europeos, exactamente del mismo modo que los hombres de la misma raza que han continuado habitando en Europa. Es muy evidente, en efecto, que el hecho de haberse trasladado a otra región [del planeta], o incluso de haber nacido en ella, no podría modificar por sí mismo la raza, ni por consecuencia, la mentalidad que es inherente a ésta, e incluso si el cambio de medio es susceptible de determinar más pronto o más tarde algunas modificaciones, no serán sino modificaciones bastante secundarias, que no afectan a los caracteres verdaderamente esenciales de la raza [europea], sino que, al contrario, a veces hacen resaltar más claramente algunos de entre ellos. Es así como se puede constatar sin esfuerzo, en los americanos, el desarrollo llevado al extremo de algunas de las tendencias que son constitutivas de la mentalidad europea moderna.» (Introduction générale à l’étude des doctrines hindoues, Paris, Guy Trédaniel Éditeur, 1997 [1921], pp. 15-16)
[7] Sobre este proceso véase: Andrew Gillett (ed.), On Barbarian Identity: Critical Approaches to Ethnicity in the Early Middle Ages, Turnhout, 2002, pp. 39–68; y, Walter Pohl, « Telling the Difference: Signs of Ethnic Identity » in Walter Pohl and Helmut Reimitz (eds.), Strategies of Distinction: The Construction of Ethnic Communities, 300–800, Leiden/New York, Brill, 1998, pp. 17–69; ver también: John Drinkwater and Hugh Elton (eds.), Fifth-century Gaul: A Crisis of Identity?, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, pp. 75–83; y Herwig Wolfram, History of the Goths, Berkeley, University of California Press, 1988, pp. 150–171.
[8] No referimos a las tribus bárbaras germánicas que vivían al exterior del imperio romano: godos, ostrogodos, visigodos, francos, alamanas, anglos, sajones, alanos, vándalos, suevos, etc.; éstas tribus, por numerosas razones que obviamos explicar en este corto estudio, comenzaron a invadir la frontera del imperio romano; el que, digámoslo de pasada, no era desde el punto de vista étnico un espacio demográfico homogéneo, ya que pese a la primacía latina en este también existían otras etnias europeas: el espacio de la actual Francia estaba poblada de galo-romanos; la península ibérica de ibero-romanos; las islas británicas de bretones-romanos; etc. La invasión de las tribus germánicas al imperio romano transformó radicalmente su realidad étnica; es así como surgieron –con el paso de los siglos– los franceses (hibridación de galo-romanos + francos + bretones); los españoles (hibridación de ibero-romanos + vándalos + alanos + suevos + visigodos + semitas [árabes y judíos]); los ingleses (bretones-romanos + anglos + sajones); etc.
[9] Los grupos célticos pueden ser considerados como etnias europeas protohistóricas, evidentemente no son los únicos; asimismo, es preciso remarcar que hubieron grandes migraciones humanas de norte a sur y de sur a norte así como de oriente a occidente y de occidente a oriente en todo el planeta, como fue cíclicamente el caso.
[10] Este repoblamiento, porque no se trata de un poblamiento original, justo coincide con el inicio del actual ciclo cósmico llamado Kali-Yuga por la tradición hindú; Edad de Fierro por la tradición greco-latina; etc.
[11] La Edad Media termina en el siglo XIV, correlativamente se inicia el Renacimiento, que es el periodo inicial de la civilización occidental moderna (sobre el particular véase René Guénon, La crisis del mundo moderno, capítulo I “La edad sombría”).

2 comentarios:

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  2. hola, soy español, es decir latino, con ascentes bereberes lógicamente, me encanta su reivindicación sobre la identidad de los pueblos amerindios, es una lucha que desde mi modestia posición de estudiante que no pudo terminar la carrera de historia por problemas personales, pero que conoce perfectamente su historia y la de su étnica, así como más ligeramente la de américa pre-colombina, he intentado aclarar en sentido inverso en un principio, y luego en ambas direcciones. evidentemente los latinos son indoeuropeos, es algo innegable histórica y étnicamente, y es muy dañino que la mentira se extienda sin ninguna crítica, por miedo a ser calificado como racista cuando no es el caso. que los latinos son europeos y que los indígenas americanos no tienen nada de latino, ya que son pueblos amerindios, es una verdad absoluta e innegable que hay que decir alto y claro por el bien y la identidad de ambos pueblos. ( a un aborigen australiano que hablase inglés jamás le dirían anglosajón, ni a un africano negro o magrebí que hable francés etc, le llamarían latino). que nosotros cometiésemos la atrocidad de intentar hacer desaparecer una cultura, no quiere decir que lo hayamos hecho, afortunadamente la cultura amerindia sigue viva, aunque quizá agonizante por el imperialismo, y los eufemismos occidentales. desde aquí mi saludo y admiración por su valentía y rigurosidad intelectal.

    abya yala

    latium vestus

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