La educación, considerada como un subproducto de la economía; el poder del dinero, como condición necesaria para el "desarrollo"; la tecnología informática, como base cultural indispensable: ¿de qué modo explican la aparición irreversible de Evo Morales Ayma?
En verdad, no la explican en absoluto.
Evo Morales Ayma, actual primer mandatario del Qullasuyu (Bolivia), surgió del páramo de Oruro hablando una lengua ancestral amerindia, con apenas un manejo básico del idioma oficial europeo, el "castellano", llevando a cuestas el estigma de su escolarización precaria, y la experiencia de una pobreza difícil de concebir entre las clases medias occidentales.
Su herramienta, su bagaje para enfrentar la dependencia del país y la región, puede resumirse en el lema de los pueblos andinos que su padre le inculcara desde niño.
No seas flojo, no seas mentiroso, no seas ladrón.
Al crecer, Evo Morales Ayma tampoco tuvo especiales oportunidades. Simplemente, se dedicó al trabajo, tal como su gente lo concibe desde siempre. Cultivar la tierra, plantar. Producir coca, la antigua hoja sagrada de los indios.
Como cualquier campesino, vivió entre la lucha y el milagro, trajinando las altas terrazas donde brota ese prodigio de la tierra.
Y hasta allí, hasta el Chapare, lo fue a buscar la Historia.
La Historia que -esta vez sí- es para siempre nuestra Historia.
Hombre-sagrado de la Amazonia (Reserva Espiritual de la Amerindianidad)
Revisemos los dogmas.
Sin los beneficios de la lengua, el dinero, la educación, la computadora, la inclusión social y tantas otras cosas que damos por sentadas fácilmente, hoy Evo Morales Ayma no sólo es Presidente reelecto de la Bolivia plurinacional y Guía Espiritual de los Pueblos Originarios.
También es el líder capaz de convocar a todas las naciones a legislar sobre los derechos de la Tierra y las responsabilidades ante el cambio climático.
Tal vez podamos concluir en que la Pachamama otorga sus propios doctorados, distintos a los de Harvard.
Y que por ahí se acerca el cambio necesario de paradigmas educativos en nuestro Sur, si es real que -como dicen hoy los pueblos originarios- el Día ha llegado.
(Diana Bilmezis, 30-01-2010)
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