Libro publicado por el Centre de recherches et d’études des traditions amérindiennes — CRETA como número especial anual de la revista trimestral Abya Yala (Solsticio de Verano - 2004), forma parte de la Colección « Pachakuti ». Peter Hassler, PhD de la Universidad de Zürich, es el autor de esta singular obra: en realidad se trata de una suerte de resumen sintético de su tesis de doctorado: Menschenopfer bei den Azteken?Eine Quellenkritische Studie, Universidad de Zürich, 1992, 478p. Precisamos, que la obra publicada por CRETA ha sido escrita sobre la base de la mencionada tesis de doctorado así como de las exposiciones, entrevistas y encuentros sostenidos por su autor durante su estadía en México en 1993. Esta obra, en su primera versión apareció inicialmente publicada en la revista Ce-Acatl. Después de 11 años Peter Hassler ha autorizado a CRETA la publicación de la esta nueva versión, la misma que esta mejorada, corregida y ampliada.
Peter Hassler con su tesis de doctorado ha iniciado una ardua labor de esclarecimiento científico y de puesta en evidencia de ciertos prejuicios históricos que se siguen aplicando al estudio del mundo amerindio en general y mesoamericano en particular. Sabemos que esta labor precursora se hace actualmente mucho más difícil debido a la ilusa solidez del “orden establecido” por el invasor occidental desde su llegada a nuestros territorios el 12 de octubre de 1492, y que se prolonga desgraciadamente hasta nuestros dias gracias a la labor de europeos, de sus descendientes y de sus auxiliares occidentalizados. Es indudable de que el actual “orden establecido” se encuentra fundado en falsificaciones de todo tipo: históricas, jurídicas, teológicas, etc., las que pasan —sobretodo para la mayor parte de nuestros pasivos contemporáneos— por verdades axiomáticas, indiscutibles (por ejemplo: el supuesto origen asiático de los pueblos amerindios, su pretendido animismo, su imaginado estado de barbarie, etc.).
Precisamente una de estas mayores falsificaciones históricas que hace notar Peter Hasselr se refiere a los supuestos sacrificios humanos (por extracción del corazón, por descuartizamiento, por degollamiento). Desde fines del siglo XV hasta la fecha la estrategia del invasor occidental y de sus descendientes fue y es diabolizar al indígena de estas tierras, presentándolo como si fuera un bárbaro practicante de ritos macabros y primitivos, como antropófago, sodomita, idólatra, pagano y hasta como monstruo semihumano, a fin de legitimizar y justificar la invasión, ocupación, colonización y neocolonización de nuestros territorios. De igual modo, esta diabolizacion justifica su genocidio generalizado[1]; su cretinización masiva a través de una mascarada ideológica pseudo-religiosa (“el cristianismo moderno” y poco importa que esta sea católica, protestante, anglicana, paracristiana o neocristiana); asimismo, esta acusacion ha servido y aun sirve aunque parezca exagerado para la apropiación de sus territorios, la destrucción de su milenario patrimonio material y cultural, y su explotación inmesirecorde. Claro, todo esto se hizo y aun se hace a nombre de Dios y de su pretendida “verdadera religión”... a pesar del tiempo trascurrido esta situación no ha variado ni un ápice, solo ha cambiado el pretexto y las modalidades: hoy en día, los occidentales y sus mascotas occidentalizadas lo hacen en nombre del progreso, del desarrollo, de la libertad, de los derechos humanos y por increíble que parezca en nombre del bienestar y liberación de los pueblos amerindios...
El autor de este trabajo toca con agudeza científica uno de los puntos más sensibles del andamiaje sobre el que se sostiene el actual statu quo histórico-social. Así pues, Hassler muestra y demuestra que la mayor parte de los estudiosos de los mundos amerindios en general y mesoamericano en particular están lejos de comprenderlos porque parten de prejuicios e ideas preconcebidas sobre dichos mundos; en la mayor parte de los casos estas son productos de la visión reduccionista de la realidad que tienen los occidentales modernos y que repiten mecánicamente sus auxiliares occidentalizados sobre los procesos civilizacionales que existen fuera del marco europeo: la mentalidad occidental moderna es incapaz de comprender los símbolos, ritos, mitologías y practicas tradicionales de dichos mundos.
Peter Hassler ha estudiado en forma rigurosa las fuentes históricas primarias que existen sobre los supuestos sacrificios humanos entre los Mexicas y otros pueblos mesoamericanos: 1) las primeras cartas de relación y crónicas, escritas por los mismos genocidas y etnocidas hispanos del siglo XVI; 2) los testimonios escritos y figurados de los primeros indios cristianizados; 3) las confesiones de la Inquisición española de los siglos XVI y XVII, que tratan sobre el tema (sobre todo las confesiones inquisitoriales de Yucatán); 4) los códices mexicas y mayas (precolombinos y los confeccionados a pedido de los hispánicos); y, 5) los murales, estelas, cerámica, utensilios y restos arquitectónicos. El autor ha recurrido también a los protocolos contemporáneos de autopsias de humanos para comprender los procedimientos quirúrgicos que se necesitan para extraer el corazón y sacar la piel humana, y los ha comparado con los procedimientos descritos por los presumidos “testigos oculares”, amerindios o hispanos, de actos sacrificiales. Ha encontrado contradicciones, supuestos, interpretaciones, evidentes mentiras, extrapolaciones y sobre todo mucha incomprensión y mala fe. En realidad, absolutamente nada prueba de que existieron dichos sacrificios.
Todo parece indicar de que los cacareados sacrificios humanos (extracción del corazón, descuartizamiento y degollamiento), canibalismo y similares solo fueron invenciones de los españoles a fin de justificar y legitimar lo actuado[2]. No hay que olvidar que durante todo el siglo XVI aún se encontraba vigente la normatividad medieval que prohibía de manera expresa y terminante matar a un no cristiano, apropiarse de su patrimonio o aún esclavizarlos sin una razón legalmente válida: esta razón bien podría ser el canibalismo, los sacrificios humanos o combatir a la “verdadera religión”[3].
Es indudable que Peter Hassler ha iniciado una nueva forma de estudiar honesta y científicamente los mundos amerindios, creemos que es un trabajo precursor. Sin embargo, es preciso también señalar que esto no es suficiente para comprender las representaciones simbólicas, mitológicas y rituales relacionadas con la doctrina tradicional del sacrificio, la cual se encuentra presente en todas las formas tradicionales particulares, de Oriente y Occidente, Boreales y Australes[4]. En este sentido este trabajo debe ser tomado no solamente como un arma a fin de combatir una de las más grandes falsificaciones históricas que existen sobre los mundos amerindios en general y mesoamericano en particular sino que además debe también dejar entrever, que tras toda esa incomprendida “realidad sacrificial”, existe un mundo tradicional a descubrir...
Intisunqu Waman
(Recensión publicada en la revista semestral de estudios tradicionales, Serpiente Emplumada, Ano 1, No. 1, Solsticio de Invierno Austral 2007, Trujillo-Peru, pp. 103-107).
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NOTAS:
[1] Este fue un genocidio no una simple masacre, es decir fue un acto planificado y fríamente ejecutado por los occidentales modernos (españoles, portugueses, franceses y anglosajones) a fin de exterminar a los pueblos amerindios; por el gran número de sus victimas (aproximadamente 80 millones) y por el sadismo con el que fue perpetrado este hace palidecer a los genocidios contemporáneos (armenio, judío, argelino, camboyano, palestino e iraquí...).
[2] Los europeos, eurodescendientes y occidentalizados continúan alimentando el mismo discurso justificador a fin de mantener y perpetuar el “orden establecido” por los invasores y colonos occidentales desde el 12 de Octubre de 1492: la acusación de canibalismo permitió a Cristóbal Colon esclavizar a los Tainos (amerindios de las islas caribes); la pretendida practica de sodomía y sacrificios humanos por los Aztecas sirvió como elemento para “intervenir humanitariamente” (esta misma modalidad se sigue aplicando en la actualidad, tal es el caso de la invasion y ocupación del Iraq, bajo otros pretextos: “armas de destrucción masiva” y “terrorismo”). La película Apocalypto de Mel Gibson forma parte del actual discurso neocolonial, esta vez los acusados son los Mayas: el objetivo de su película es hacer creer que los Mayas, poco antes de la llegada de los invasores europeos, practicaban sacrificios humanos para impedir el fin de una era; con este fin, según interpretan las fuentes históricas ciertos especialistas, los Mayas ofrecían a sus dioses centenares de sacrificios humanos.
[3] Cf. Fray Francisco de Vitoria, Relecciones sobre los Indios, Bogotá, Editorial El Búho, colección « Clásicos de la Filosofía », 1994, sobre todo el capítulo III, p. 95. Es necesario anotar que Francisco Pizarro y sus hordas invasoras llamaron también “caribes” a los pobladores del Tawantinsuyu, esto no era una inocente equivocación sino más bien era parte de un bien pensado plan de invasión: para esta gente “caribe” era sinónimo de “caníbal”, por lo tanto quedaba “legitimada” y “justificada” su genocidio, esclavizarla, apropiarse de sus bienes y recursos y destruir su milenaria civilización.
[4] Esta doctrina se encuentra presente en los mitos cosmogónicos de varias tradiciones: el descuartizamiento de Brahma (tradición hindú); de Coatlicue, la Madre de los Dioses (tradición náhuatl); etc. Según René Guénon (Shaykh Abd al-Wahid Yahya) la “realización descendente”, es decir el descenso —en este bajo mundo— de los Profetas (tradiciones abrahámicas) y Avatares de Vishnu y de Shiva (tradición hindú) constituye el sacrificio por excelencia.
[1] Este fue un genocidio no una simple masacre, es decir fue un acto planificado y fríamente ejecutado por los occidentales modernos (españoles, portugueses, franceses y anglosajones) a fin de exterminar a los pueblos amerindios; por el gran número de sus victimas (aproximadamente 80 millones) y por el sadismo con el que fue perpetrado este hace palidecer a los genocidios contemporáneos (armenio, judío, argelino, camboyano, palestino e iraquí...).
[2] Los europeos, eurodescendientes y occidentalizados continúan alimentando el mismo discurso justificador a fin de mantener y perpetuar el “orden establecido” por los invasores y colonos occidentales desde el 12 de Octubre de 1492: la acusación de canibalismo permitió a Cristóbal Colon esclavizar a los Tainos (amerindios de las islas caribes); la pretendida practica de sodomía y sacrificios humanos por los Aztecas sirvió como elemento para “intervenir humanitariamente” (esta misma modalidad se sigue aplicando en la actualidad, tal es el caso de la invasion y ocupación del Iraq, bajo otros pretextos: “armas de destrucción masiva” y “terrorismo”). La película Apocalypto de Mel Gibson forma parte del actual discurso neocolonial, esta vez los acusados son los Mayas: el objetivo de su película es hacer creer que los Mayas, poco antes de la llegada de los invasores europeos, practicaban sacrificios humanos para impedir el fin de una era; con este fin, según interpretan las fuentes históricas ciertos especialistas, los Mayas ofrecían a sus dioses centenares de sacrificios humanos.
[3] Cf. Fray Francisco de Vitoria, Relecciones sobre los Indios, Bogotá, Editorial El Búho, colección « Clásicos de la Filosofía », 1994, sobre todo el capítulo III, p. 95. Es necesario anotar que Francisco Pizarro y sus hordas invasoras llamaron también “caribes” a los pobladores del Tawantinsuyu, esto no era una inocente equivocación sino más bien era parte de un bien pensado plan de invasión: para esta gente “caribe” era sinónimo de “caníbal”, por lo tanto quedaba “legitimada” y “justificada” su genocidio, esclavizarla, apropiarse de sus bienes y recursos y destruir su milenaria civilización.
[4] Esta doctrina se encuentra presente en los mitos cosmogónicos de varias tradiciones: el descuartizamiento de Brahma (tradición hindú); de Coatlicue, la Madre de los Dioses (tradición náhuatl); etc. Según René Guénon (Shaykh Abd al-Wahid Yahya) la “realización descendente”, es decir el descenso —en este bajo mundo— de los Profetas (tradiciones abrahámicas) y Avatares de Vishnu y de Shiva (tradición hindú) constituye el sacrificio por excelencia.
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